La incompetencia normalmente es prima hermana de la dejadez. Hoy, aprovechando este fantástico sol de invierno, sali con mi hijo a dar un paseo hasta el parque infantil de nuestra urbanización. Mi susto inicial al ver su caída con la bicicleta se convirtió en una enorme indignación cuando, al acercarme, comprobé que el chichón había ido un mal menor comparado con lo que podía haber pasado.
Lo que podéis ver en estas fotos es el estado actual de la caseta de ventas de una de las constructoras de mi urbanización (Mahía, para más señas), a 50 metros escasos del parque infantil, y pegada a un pista de baloncesto para niños. Las fotos hablan por sí solas y constituyen un auténtico monumento a la dejadez y la irresponsabilidad: en primer lugar de la constructora, pero por supuesto también del ayuntamiento, que permite que las cosas se dejen en este estado: casetas abandonadas deteriorándose a toda velocidad y poniendo en peligro a los vecinos, especialmente a los niños.
¿A qué esperan? Pues me temo que a que ocurra una desgracia.
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